Hoy queremos hablaros de una lesión muy común entre deportistas, una lesión en el ligamento cruzado. ¿Conocéis esta parte del cuerpo? Seguro que habéis oído hablar de ella. Vamos a ver primero qué es para poder hablaros de la lesión después.
El ligamento cruzado anterior es un ligamento que va desde la parte postero-lateral del fémur a la parte antero-medial de la tibia (es decir, de atrás hacia adelante, y desde fuera hacia dentro) su disposición suple una función básica la de sujetar la tibia, consigue que ésta, no salga disparada hacia adelante y proporciona estabilidad en las rotaciones a la rodilla. El ligamento funciona como estabilizador pasivo, en caso de no tener ligamento debido a una rotura, la musculatura (isquiosurales y cuádriceps) tendrán que actuar como estabilizadores activos. Por tanto, cuando nos lo rompemos notaremos que la pierna se nos va, que puede no ser del todo estable, hinchazón, dolor, chasquidos, perdida de movilidad en rodilla etc…
El ligamento suele verse lesionado debido a un traumatismo directo (como un choque de rodilla con rodilla en futbol) o con un traumatismo indirecto (en la recepción de un salto en voleyball, por ejemplo), es más, la rotura del LCAE se da mucho más en mujeres que en hombres y en este deporte en concreto.
El tratamiento variará según la edad y los objetivos del paciente, si eres una persona mayor es más recomendable el tratamiento conservador, sin cirugía; mientras que si eres una persona joven probablemente nos tengamos que someter a una cirugía, en la que se utilizará autoinjerto, es decir de nuestro propio cuerpo (se cogerá el injerto del tendón isquiosural o del tendón patelar óseo) o un aloinjerto, usando un ligamento de una persona ya fallecida. Si nos sometemos a la operación, algo totalmente recomendable, es fortalecer la musculatura antes para que las secuelas de la operación sean menores.
La piscina será una gran aliada para trabajar en primeras instancias la movilidad, la fuerza y el equilibrio tanto si nos queremos enfrentar a la operación, como si queremos evitarla o rehabilitarnos después de ella. Es más, es la mejor opción para la primera fase después de la operación (que es más crítica) debido a que eliminamos la gravedad y que gracias a las propiedades del agua podemos disminuir la inflamación post-cirugía.
Una vez hemos pasado las fases más críticas después de operación podremos realizar ejercicio pautado por el fisioterapeuta en cabina (con ejercicios de fuerza, de pliometría o de ciclo de acortamiento – estiramiento – saltos) o con ejercicios más intensos en agua.
Dicho todo esto, llegamos a la conclusión de que el agua, es una de las mejores opciones para prevenir, trabajar, o recuperar una lesión como esta.
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